¿Y si el éxito no fuera lo que creías? una mirada más humana al verdadero triunfo
Una palabra que pesa más de lo que parece
Éxito. Se dice rápido, pero suena como un tambor que no deja de golpear. Nos lo repiten desde niños, nos lo pintan en los libros, nos lo venden en las redes. Éxito como meta, como cima, como deber.
Pero… ¿alguna vez te has detenido a preguntarte qué significa para ti? ¿Tu definición es realmente tuya… o la heredaste del ruido de los otros?
La trampa del éxito estándar
Nos enseñaron que éxito es tener más. Más dinero. Más aplausos. Más poder. Una casa con vista, un auto sin kilometraje, una cuenta que nunca se vacía.
Pero ¿de qué sirve tenerlo todo si por dentro hay silencio? ¿Qué sentido tiene alcanzar el podio si nadie te abraza al final?
El problema no es aspirar alto. El problema es aspirar vacío. Confundir el brillo con la luz. Olvidar que el éxito real no se mide con cifras, sino con sentido.
Perspectivas que rompen el molde
Para Viktor Frankl, sobreviviente del holocausto y psiquiatra, el éxito no se perseguía, se encontraba como efecto colateral de vivir con propósito. Dijo: “No apuntes al éxito. Cuanto más lo busques, más lo vas a perder. Solo sucede como efecto secundario de la entrega a una causa mayor que uno mismo.”
Para los estoicos, éxito era controlar lo que depende de ti, y soltar lo que no. El sabio no busca reconocimiento, busca integridad.
Para los budistas, el éxito es liberarse del deseo, alcanzar la paz interior. ¿Qué mayor logro que vivir sin que el mundo te controle?
Para mi abuelo, el éxito era sencillo: dormir tranquilo. Porque quien duerme en paz, vivió sin traicionarse.
La historia de un hombre que "lo tenía todo"
Era CEO de una empresa multinacional. Tenía relojes que valían más que un coche, trajes que nunca se arrugaban, y un despacho que parecía un templo al poder. Pero un día se quebró. No por una caída en la bolsa, sino por una ausencia. La de su hija, que ya no lo esperaba para cenar.
El éxito le había costado su presencia. Y cuando quiso volver… no quedaba nadie esperándolo.
Desde entonces se convirtió en mentor de jóvenes emprendedores, pero no para enseñarles a ganar dinero, sino a no perderse a sí mismos.
Éxito como coherencia: una mirada interna
¿Qué pasaría si empezaras a medir tu éxito por tu coherencia? Por cuántas veces dijiste lo que pensabas, hiciste lo que amabas y viviste sin máscaras.
Quizá el éxito no es llegar lejos, sino llegar hondo. No es ser visto, sino sentirse pleno. No es correr más rápido, sino saber hacia dónde vas.
Un nuevo mapa para tu propia cima
- Define tus valores: ¿Qué es irrenunciable para ti? Vive en función de eso.
- Haz pausas conscientes: No todo logro se ve. Algunos se sienten. Celebra lo invisible.
- Reescribe tu éxito: Quizás tu triunfo no esté en escalar, sino en florecer donde estás.
- Abraza el fracaso: No todo error es caída. A veces es redirección.
Una frase para llevarte en el bolsillo
“El verdadero éxito no es llegar primero, es llegar entero.”
Una última pregunta que lo cambia todo
¿Y si el éxito no se midiera en resultados, sino en transformación? ¿Si cada paso fuera válido no por lo que lograste, sino por en quién te convertiste al intentarlo?
Quizás, el éxito más grande no es ser admirado por el mundo, sino ser aceptado por ti.
¿Cómo defines tú el éxito?
Te invito a reflexionar: ¿Tu definición de éxito es tuya… o prestada? ¿Qué estás dispuesto a perder por alcanzarlo? Y más importante: ¿qué no estás dispuesto a sacrificar nunca?
OiramX
“No escribo para darte respuestas, sino para que te hagas mejores
preguntas.”
— OiramX, bloguero y pensador contemporáneo